La inversión es un mecanismo capaz de resolver tus problemas económicos cuando llegue la ansiada jubilación. Aunque dar el paso de ahorrador a inversor no es sencillo, llega un momento en el que tu situación financiera te obliga a dar un paso más. Los productos de ahorro están bien para una primera fase, pero con el tiempo te planteas subir de nivel y aceptar más riesgo para optimizar tu capital de una forma más lucrativa. Además de aspectos básicos como la definición de tu perfil de inversión o la creación de un fondo de emergencia, hay un componente de actitud muy importante que debes cultivar para tener éxito. Para desarrollar una mentalidad inversora, tienes la opción de recurrir a grandes magnates de la inversión que han sabido mover su dinero con enorme acierto. Sus consejos suelen ser una fantástica fuente de inspiración a la hora de identificar en qué capacidades debemos hacer hincapié para alejar el fracaso de nuestro historial inversor. Estas cinco claves serán fundamentales para cultivar tu mentalidad inversora.
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Toma conciencia financiera
¿De verdad quieres trabajar hasta la edad de jubilación (o más) y sobrevivir con una pensión? ¿Crees que comprar una casa y alquilarla será suficiente para mantener una calidad de vida digna en el futuro? ¿Eres de los que piensa que dejar el dinero que te sobra cada mes parado en una cuenta sin rendimiento es una estrategia acertada? Si has respondido negativamente a estas cuestiones, ya estás más cerca de abandonar la ceguera financiera.
El modo en el que te relacionas con el dinero es esencial si quieres trabajar esas soft skills necesarias para encumbrarte como buen inversor. En este sentido, una excelente idea es pararse a reflexionar y visualizar quién quieres llegar a ser o lo que quieres obtener. Para ello, debes tener un diálogo contigo mismo para saber en qué contexto financiero te estás movimiento. Debes averiguar qué estás haciendo con tus ingresos, si tus hábitos de gasto son adecuados. Es muy posible que algunos de tus comportamientos se alejen de ese ideal de inversor que has construido en tu mente, así que debes cambiarlos. Esta toma de conciencia financiera debes reforzarla con afirmaciones orientadas a conseguir los resultados que te has propuesto.
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Mantente siempre en movimiento
Un inversor de éxito no se conforma con lo bueno, busca la excelencia. Para alcanzar este grado tan avanzado hay que estar permanentemente motivado e investigar nuevos caminos. Decía Albert Einstein que “si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Precisamente, esta es una enseñanza de gran valor que se puede aplicar al mundo de las inversiones, donde hay productos que cuentan con una dilatada trayectoria y otros de carácter más innovador y alternativo.
Pensemos, por ejemplo, en las empresas del IBEX 35. Comprar acciones del selectivo español es la apuesta mayoritaria, y hasta es posible que produzca rendimientos cómodos, pero una mentalidad inversora alcanza su verdadero potencial cuando se abre la puerta al riesgo. Esto no significa que haya que convertirse en temerarios sin control. Hay que ser valientes, pero después de haber estudiado los posibles escenarios y haber valorado sus consecuencias. Sin duda, el mejor autoaprendizaje es cometer errores y remontar.
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Autoevalúate de forma regular
Tus objetivos cambian con el tiempo, así que una autoevaluación recurrente será el mejor modo de detectar posibles estancamientos y realizar las correcciones que consideremos que hagan falta. De lo que no podemos desviarnos es del compromiso que hemos aceptado respecto a nosotros mismos de mejorar nuestras finanzas y hacerlas crecer, y de por fin romper el círculo que nos lleva del trabajo a casa y de casa al trabajo. De nuevo, hay que preguntarse si realmente estamos dispuestos a realizar cambios para avanzar y a ser fieles a una estrategia de crecimiento no solo económico, sino personal.
Tener ingresos extra implica esfuerzo y disciplina, solo de esa forma veremos cómo nuestras inversores van dando sus frutos. Tendremos que implantar en nuestro día a día metodologías que nos ayuden a enfocarnos en lo relevante. El inversor en el que nos queremos transformar debe poner orden para no desviarse de sus metas, y esto se consigue creando un presupuesto familiar responsable y sostenible, analizando los gastos y buscando vías para minimizarlos y, sobre todo, gestionando el ahorro metódicamente para equilibrar nuestra cartera de inversión.
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Prepárate para los malos momentos
La inversión tiene su cara menos amable: el fracaso. Es normal que los mercados den pasos hacia atrás. Pensemos en los acontecimientos que hemos vivido en los últimos años y que han sacudido los parqués y otros destinos de la inversión. Desde el estallido de la burbuja inmobiliaria, que hizo que la vivienda abandonará el mito de que su precio nunca baja, hasta episodios más recientes en el tiempo como la pandemia del coronavirus o la invasión rusa de Ucrania. Igualmente, no conocemos al 100% los entresijos de muchas empresas en las que hemos depositado fondos. La incertidumbre es un enemigo que hay que responder desde la fortaleza mental. De nada vale entrar en pánico y comenzar a vender para adquirir liquidez. Hay que entender la naturaleza de la inversión y admitir un determinado margen de pérdidas, porque la curva no siempre irá hacia arriba. Cultivar la paciencia y mantener la calma son ejercicios básicos.
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Piensa por ti mismo
La información económica es útil, pero agotadora. En ocasiones, incluso es posible sufrir infoxicación financiera. Todos estos datos son provechosos en la medida que se filtren y se critiquen objetivamente. Es muy tentador querer imitar la operativa de aquellos que consideramos que saben más que nosotros, pero este efecto de arrastre es un sesgo cognitivo peligroso. No hay que perder de vista que desconocemos las circunstancias que rodean a este o aquel individuo, por lo que fomentar nuestra autonomía personal resultará primordial. La inversión es algo muy personal, con unas preferencias, excepciones y motivaciones a medida de cada uno. Aunque intercambiar impresiones es un recurso fabuloso para ampliar la perspectiva, el que debe decidir dónde llevar el ahorro es solo uno mismo. Es vital que te sientas cómodo trabajando así y que no te agobies. Si es demasiado para ti, el asesoramiento profesional está para echarte una mano.