Los edificios, sean residenciales o no, deben proyectarse teniendo en cuenta la sostenibilidad. En caso de que no lo hagan, serán rechazados por los inversores. Cumplir con el compromiso con el medioambiente es una demanda social, pero también juega un papel fundamental dentro de las estrategias de inversión individuales y colectivas. Es innegable que el valor de lo verde ha escalado posiciones. Así lo confirma el informe ‘Retorno de la sostenibilidad’, elaborado por la consultora JLL, que señala que el sector inmobiliario es un pilar fundamental de la lucha contra el cambio climático. Construir de forma sostenible ya no será solo algo que otorgue prestigio o sea sinónimo de exclusividad, sino que será un filtro para que los inversores seleccionen dónde colocar su capital, descartando todo lo que pase por alto la sostenibilidad. Es el momento de que el sector inmobiliario se ponga al día.
¿Qué son los criterios ESG?
La transformación sostenible está en marcha. Los criterios ESG en inglés (environmental, social and governance) o ASG en español (ambientales, sociales y de gobierno corporativo) están adquiriendo una gran relevancia y son tomados en cuenta a la hora de invertir en las empresas inmobiliarias.
- E: La parte ambiental hace referencia al efecto que la actividad de las compañías tiene en el medioambiente, ya sea de forma directa o indirecta. Engloba todas las acciones que influyen en aspectos como la eficiencia energética, las emisiones o las energías renovables.
- S: La parte social tiene que ver con el impacto de una determinada empresa en la comunidad, desde la salud a la educación, pasando por los derechos humanos y los de los trabajadores.
- G: La parte que hace referencia al buen gobierno alude la cultura de las organizaciones respecto a sus políticas de transparencia, códigos de conducta o la diversidad y la igualdad de oportunidades.
Aunque la tendencia hacia estos criterios es indiscutible, e problema es que se carece de estándares claros para acelerar la transformación sostenible dentro del sector. Según el informe ‘ESG: At a tipping point’, realizado por Colliers, cumplir con los criterios ESG podría costar más de 7 trillones de euros al sector inmobiliario en Europa, pero reiteran que sin un marco de referencia las empresas están perdidas. Sin duda, el tejido empresarial inmobiliario tiene mucho que aportar, ya que la mejora del parque residencial existente por medio de la rehabilitación es una tarea que se lleva retrasando mucho tiempo.
En España, la antigüedad de muchos edificios provoca brechas de energía que solo es posible solucionar si desde el Gobierno, la sociedad civil y las empresas se plantean objetivos comunes. La factura de la rehabilitación es elevada, por lo que el gasto público y las ayudas europeas son de vital importancia.
¿Qué es la taxonomía verde?
La Comisión Europea ha lanzado un sistema de clasificación de las actividades económicas con el fin de determinar lo que es y lo que no es sostenible, es decir, aquello que es susceptible de recibir fondos o que sería visto con buenos ojos por parte de la inversión sostenible y responsable (ISR). Esta taxonomía afecta a la E del ESG y formula la idea de que una actividad es verde siempre y cuando contribuya de forma sustancial a alguno de estos seis objetivos, sin impactar negativamente en el resto:
- Mitigación del cambio climático.
- Adaptación al cambio climático.
- El uso sostenible y la protección del agua y los recursos marinos.
- La transición a una economía circular.
- Prevención y control de la contaminación.
- La protección y restauración de la biodiversidad y los ecosistemas.
En el capítulo de tecnologías de generación de energía es donde esta taxonomía está generando más polémica, ya que desde Bruselas se ha considerado a la energía nuclear una energía verde, algo a lo que países como España se opone. En cualquier caso, la norma todavía tiene un largo trámite por delante, pues debe elevarse al Consejo y al Parlamento para ser discutida. En caso de salir adelante, podría entrar en vigor a partir de 2023.
¿Qué es el green washing?
El lavado de cara verde o ecoblanqueo es una práctica empresarial que trata de presentar como sostenible algo que no lo es. Hay compañías que pretenden subirse al tren del respeto al medioambiente realizando una campaña de marketing para que la opinión pública quede convencida de su compromiso ecológico. Sin embargo, no hace falta rascar mucho para darse cuenta de que en realidad es una técnica de propaganda, puesto que las actividades de dicha compañía resultan perjudiciales para el entorno. La comunicación verde resulta engañosa y poco ética. De hecho, es contraproducente, porque mina la confianza del consumidor. A aquellas empresas del sector inmobiliario que presuman de responsabilidad ambiental, pero que en realidad no pongan en práctica soluciones para mejorar la gestión eficiente de recursos o reducir su huella ecológica las dará la espalda la inversión.
¿Qué son las certificaciones verdes?
La obtención de certificaciones verdes o sostenibles va dejando el terreno de lo puramente anecdótico para conformarse como un estándar de obligado cumplimiento para la actividad promotora. Según JLL, las acreditaciones verdes tienen como resultado una prima asociada al alquiler del 6% y otra asociada a las ventas del 7,6%. Actualmente, en el mercado existen varios sellos. Estos tres son algunos de los más conocidos:
- BREEAM: Son las siglas de Building Research Establishment Environmental Assessment Methodology y fue creado por BRE Global Limited en 1988, aunque en nuestro país comenzó a aplicarse en 2010. Se basa en el análisis de diez categorías: gestión, salud y bienestar, energía, transporte, agua, materiales, residuos, uso ecológico del suelo, contaminación e innovación.
- LEED: Son las siglas de Council Leadership in Energy & Environmental Design y fue desarrollado por el US Green Building Council. Se basa en un sistema de puntos que tiene en cuenta aspectos como el ahorro energético, la eficiencia en el uso de agua, la reducción de emisiones de CO2, la mejora de la calidad del ambiente interior y el confort humano y la promoción de prácticas constructivas que minimicen el impacto en el uso de recursos naturales.
- Verde: Este certificado tiene detrás al Green Building Council España y fue creado en 2009. Evalúa tanto obra nueva como rehabilitación, considerando los impactos ambientales, sociales y económicos de los edificios analizando su ciclo de vida.
¿Qué es el descuento marrón?
La sostenibilidad ha pasado de ser un mero atractivo extra a tener un valor económico. La inversión mira hacia la economía verde, que implica a todas aquellas empresas que tienen en cuenta la lucha contra el cambio climático y el respecto al medioambiente. En contraposición, estarían las compañías que permanecen en la economía marrón, que es aquella que no se preocupa por reducir las emisiones, que no trabaja para optimizar el empleo de los recursos naturales o que no protege la biodiversidad.
Dentro de la promoción residencial, por ejemplo, hablaríamos de negocios que no se esfuerzan por proyectar viviendas con una certificación energética alta por medio de un mejor aislamiento, equipos de climatización eficientes o el empleo de materiales y fuentes de energía más sustentables. Igualmente, no cumplirían los nuevos estándares las promotoras que no traten de reducir la huella ecológica en sus procesos constructivos dejando atrás los sistemas tradicionales y apostando por otros más sostenibles como la industrialización. La consecuencia de no avanzar hacia un futuro más verde será el descuento marrón, es decir, la penalización financiera por parte de los inversores, que huirán hacia otros activos más sostenibles.