Todo indica que el ímpetu por convertirse en propietario de una casa se está desinflando. Los datos de compraventas e hipotecas publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) revelan que agosto podría haber sido el último mes de crecimientos a dos dígitos, en un intento de los compradores por formalizar la operación antes de que los bancos endurezcan las condiciones de financiación. Así, el 14,9% arrojado por las transacciones correspondientes a viviendas y el 10,5% registrado en cuanto a los préstamos hipotecarios serían la antesala de una nueva fase en el mercado, caracterizada por una pérdida de dinamismo. Sin duda, el punto de inflexión ha sido la inflación, que ha llevado al Banco Central Europeo (BCE) a subir tres veces los tipos de interés en lo que va de año. Pero este enfriamiento se vivirá de distinta forma según se plantee la vivienda como un bien de uso o como un activo. De hecho, invertir en vivienda antes de que termine 2022 podría ser una fantástica idea.
1. Limitarse solo a ahorrar te hará perder dinero
En un entorno inflacionista, tendemos hacia el ahorro. Tras la pandemia y la vuelta a la normalidad se desató el frenesí por la vivienda, pero a medida que los precios han ido poniendo en aprietos a muchas familias y las hipotecas atractivas despareciendo de la oferta de las entidades bancarias, las decisiones de compra se han ido posponiendo. Mientras esperamos tiempos mejores, volvemos a acumular un dinero que con la inflación se deprecia rápidamente. Dejar el dinero inmóvil en una cuenta corriente es lo peor que podemos hacer por la salud de nuestras finanzas. Si no invertimos, las pérdidas están aseguradas. Vencer el miedo es fácil si recurrimos a inversiones que conocemos, y comprar una vivienda, aunque lleva aparejados una serie de trámites, es un proceso perfectamente asumible que no esconde grandes misterios.
2. Invertir en vivienda es una opción segura y a largo plazo
Proteger tu ahorro con un activo real es un jugada maestra en tiempos de inflación. En otros entornos, las caídas sí podrían hacerte perder principal. Sin embargo, con una casa no se pierde lo invertido, y aunque la casa baje de precio, la renta por alquilarlo seguirá entrando cada mes como un ingreso pasivo que podrás dirigir a otros productos de inversión. Dado que estamos ante un mercado cíclico, cuando la incertidumbre se disipe, pensaremos en si vale la pena vender y si realmente lo necesitamos, dado que lo ideal es concebir el patrimonio inmobiliario como un activo a largo plazo.
3. Menos competencia y más oportunidades a buen precio
Muchos compradores de primera vivienda y de reposición darán un paso atrás. La subida de las hipotecas desalienta a los que iban a comprar una casa por primera vez, así que esperarán a que cesen las turbulencias generadas por la inflación. Igualmente, los que pensaban vender para comprar una casa mejor se encuentran con que lo que podrían obtener por la residencia que van a abandonar es menos de lo que tenían pensado. Al reducirse la competencia, el inversor tiene ante sí un catálogo de propiedades mayor, y si juega buen sus cartas a la hora de realizar una contraoferta, será capaz de hacerse con un activo a un precio más que atractivo. Este poder de negociación se verá apoyado por la disminución de la demanda, que vendrá acompañada de ajustes muy interesantes. Obviamente, habrá localizaciones donde el recorte será insignificante, pero aprovechar a comprar en un mercado bajista es un consejo compartido por los expertos.
4. La demanda de alquiler va a dispararse
Teniendo en cuenta el freno en las compraventas que va a generar el nuevo entorno hipotecario, es de esperar que esta vuelta de tuerca a la accesibilidad derive un alto número de personas se refugien en el alquiler. Los jóvenes son el colectivo que peor lo tiene para dar el paso hacia la propiedad, puesto que el paro juvenil es alto y las condiciones de trabajo a las que muchos de ellos se enfrentan hacen imposible conseguir el ahorro previo necesario para conseguir una hipoteca, más allá de la solvencia necesaria para cumplir con la cuota del préstamo mes a mes. En cualquier caso, potenciales compradores de otros rangos de edad esperarán a que llegue la calma y a recuperar capacidad de gasto para volver a interpretar un papel más activo.
El arrendamiento promete rentabilidades capaces de aportar cierto sosiego a las cuentas de los inversores, con una media del 7%, lo que proporciona una buena cobertura frente a la inflación. No hay que olvidar que la escasez de oferta de alquiler, un aspecto crónico en España, eleva el precio de las rentas. Este interés por el residencial de alquiler ya ha quedado patente durante el primer semestre del año, pues representó el 24% de la inversión total inmobiliaria según la consultora JLL.
5. El crowdfunding inmobiliario es una gran alternativa
Aunque el giro en política monetaria europea vaya a afectar de lleno al comportamiento de la demanda, existen otras alternativas dentro del mercado inmobiliario que son perfectamente válidas para aquellos inversores que cuenten con liquidez, pero que todavía no vean clara la opción de comprar para alquilar. El crowdfunding inmobiliario es una fórmula excelente que pone en contacto promotores con inversores, bien para obtener rendimientos a través del alquiler (equity), bien para financiar la compra del suelo (lending).
Dentro de este segundo tipo, hay que ser conscientes de que el momento hipotecario actual también afecta a los profesionales de la promoción, dado que los préstamos que conceden las entidades financieras para el desarrollo de residenciales de obra nueva también se encarecen debido a la subida de tipos. Es por ello que los promotores buscan métodos alternativos para obtener fondos suficientes que cubran la compra de los terrenos. Plataformas como CIVISLEND asumen un rol de intermediario, sirviendo de nexo entre esos promotores que desean diversificar sus fuentes de financiación y los inversores que necesitan darle un destino a su ahorro para que este no pierda valor sin quedar expuestos a la volatilidad de otros productos más complicados de entender.