Tener acceso a una buena educación financiera es ahora más fácil que nunca. Sin embargo, del mismo modo que elevar nuestra cultura respecto al hábito de ahorrar y a las inversiones es más sencillo gracias a la multitud de fuentes a nuestra disposición, igual de factible resulta caer en la angustia y experimentar cierto desasosiego debido a la sobresaturación de datos. Este fenómeno se conoce como infoxicación, un neologismo acuñado por Alfons Cornellá formado por las palabras información e intoxicación, de ahí que se utilice para describir la sobrecarga informativa a la que actualmente está expuesta la sociedad debido a la expansión de Internet, los diarios digitales, los blogs y las redes sociales.
Sin duda, en nuestro día a día debemos enfrentarnos a una gran cantidad de estímulos informativos que ponen a prueba nuestra capacidad para procesar y asimilar. De hecho, no siempre contamos con las herramientas o el suficiente criterio como para discernir lo útil o de lo innecesario, lo valioso de la mera publicidad, lo que nos va a ayudar de lo que trata de engañarnos. En la mayoría de las ocasiones, detrás de muchas de estas supuestas noticias hay verdaderas campañas de marketing. Es muy tentador dejarse llevar por titulares que prometen hacernos ricos en tiempo récord. Debemos despejar cualquier sentimiento de culpabilidad de la ecuación y aprender a dar de lado al ruido informativo con el fin de que esta infoxicación no afecte a nuestras decisiones de inversión.
El clickbait es una técnica de marketing digital basada en la curiosidad. El consumo de estos contenidos de dudosa credibilidad puede llegar a desalentar al inversor que comienza a dar sus primeros pasos. Hay que diferenciar entre calidad y cantidad
Detrás de un titular sensacionalista hay mucha psicología. Los expertos en marketing digital saben como funciona el cerebro del usuario, y tratan de manipular nuestras emociones y aprovechar al máximo nuestros sesgos cognitivos para que hagamos clic en los enlaces que proponen. Estos encabezados con un texto breve y una imagen en miniatura que aúnan lenguaje sugerente con publicidad engañosa son los llamados clickbait, que se traduce como ciberanzuelo o cibercebo. Estos contenidos suelen formar parte de una estrategia de branded content y buscan generar visitas a una web o, incluso, a un formulario para que el usuario deje sus datos. Este tipo de contenido se basa en la brecha de la información, que es el espacio entre lo que sabes y lo que deseas saber. Esta teoría sobre la curiosidad humana fue expuesta por George Loewenstein y alcanza su máximo grado de expresión práctica con este tipo de anuncios trampa.
Reclamos como «Este hombre invirtió 100 euros hace un mes y ahora es millonario» o «Si sigues estos tres consejos podrás jubilarte a los 50» acompañados de una foto que muestre una persona feliz o varios fajos de billetes pueden hacernos caer para, después, llevarnos una decepción con la que, en el fondo, ya contábamos. Muchos crearán estar a salvo de esta clase de técnicas de persuasión, pero un inversor primerizo que quiera ampliar sus conocimientos quizá sea permeable. Los canales digitales plantean al inversor un gran desafío a la hora de leer contenidos de calidad entre tanta cantidad. Por ejemplo, informaciones contradictorias sobre un producto financiero novedoso pueden hacer que demos un paso atrás cuando, en realidad, podría tratarse de una campaña de desprestigio articulada por la competencia.
Tres consejos para evitar la infoxicación financiera: selección, diversificación y exposición
Debemos evitar que este exceso de información irrelevante se convierta en un enemigo del inversor y haga mella en nuestra comprensión del mundo de las finanzas y acabe por desalentarnos, o lo que es peor, tomar malas decisiones. Para gestionar esta avalancha de datos, podemos optar por «desconectar» del todo o aprender a filtrar aquello que realmente nos orientará en la dirección correcta, apuntándonos a la tendencia del slow media. Desde CIVISLEND te recomendamos estos pasos para evitar la infoxicación financiera:
Escoge cuidadosamente tus fuentes de información
Es mejor quedarse con pocas fuentes de información de gran calidad, que con muchas que quizá repitan todo el rato lo mismo. Dado que cada inversor es un mundo, lo que viene fenomenal a tu amigo, quizá no sea lo mejor para ti. Seguro que después de un tiempo leyendo información económica en Internet tienes más o menos claro qué fuentes son las más relevantes y están más alineadas a tus intereses. Por otro lado, quizá haya llegado el momento de dar de lado a las cabeceras digitales de los periódicos generalistas, e incluso, de los económicos, y apostar por blogs específicos liderados por personas normales (cuidado con los gurús que venden un método infalible) con una opinión financiera fundamentada en su propia experiencia.
Consume información que amplíe tu criterio
Debes abrir tu mente a aquellos que no piensan como tú. Leer artículos que confirmen solo aquello de lo que ya estás convencido podría hacerte perder oportunidades interesantes para maximizar tus ahorros. Sentirse cómodo con lo de siempre es fácil, lo complicado es aventurarse a descubrir nuevos caminos financieros. Por otro lado, que algo te entusiasme no significa que no pueda dejarte de gustar. Tus filtros han de mantenerse actualizados y alerta: si una de tus fuentes pierde su rigor, comienza a aburrirte o acaba por entrar en bucle, elimínala y abre la puerta a nuevos comunicadores y nuevos soportes, como Twitch o redes de podcast.
Limita las redes sociales y las aplicaciones móviles
El feed de nuestras redes sociales también representa un flujo de información importante. A través de Facebook, Twitter o Youtube las personas a las que seguimos o los canales a los que estamos suscritos nos proporcionan nuevos datos. Aplica rígidos criterios de selección y quédate solo con aquellos perfiles que de verdad enriquezcan tu cultura financiera. En cuanto a las aplicaciones, trata de desconectar las notificaciones para aligerar la dependencia hacia el consumo de información. Recuerda que el consumo debe ser responsable. Reserva un momento del día para acceder a la información económica marcándote un horario de consulta. Si detectas algo interesante, pero te pilla en mal momento, guárdalo en tu lista de lectura para prestarle toda tu atención cuando estés más concentrado.