El crowdfunding se define como una mecanismo colaborativo para la financiación de proyectos. El también llamado micromecenazgo trata de poner en contacto a los promotores de una idea con personas dispuestas a aportar fondos para su desarrollo y lanzamiento. Esta versión actualizada bajo el amparo de las nuevas tecnologías de ‘la unión hace la fuerza’ va ganando adeptos día a día, ya que los inversores logran colocar sus ahorros en un mercado alternativo que, si bien tiene sus riesgos, también genera una alta rentabilidad. El abanico de ideas que contempla el crowdfunding es enorme, ya que es posible financiar colectivamente casi cualquier cosa: la construcción de una escuela, la edición de un libro, una nueva línea de ropa, una campaña política, una empresa que empieza a rodar…
Es importante recordar que las vías alternativas de financiación empresarial surgieron como respuesta a la elevada bancarización de ciertos países. En España, durante la crisis económica, el cierre del crédito por parte de la banca tradicional sirvió de caldo de cultivo para el surgimiento de plataformas que ponían en contacto personas que necesitaban llevar a cabo un proyecto, negocio o campaña con personas que deseaban aportar sus recursos financieros para respaldarles. Se trataba de los inicios del crowdfunding en nuestro país, un paso adelante que cristalizó a nivel normativo gracias a la promulgación de la Ley 5/2015, de 27 de abril, de fomento de la financiación empresarial. En términos generales, lo que trata de instaurar el crowdfunding es que el emprendimiento y la supervivencia de las empresas no dependa en exclusiva del sistema bancario tradicional.
El crowdfunding o micromecenazgo ha alcanzado cierta especialización. Existen cuatro modalidades de crowdfunding: donaciones, recompensas, acciones (crowdequity) y préstamo (crowdlending)
Actualmente, el crowdfunding ha alcanzado cierta especialización. No obstante, se podría decir que este método de financiación colectiva atiende a cuatro tipologías básicas: donaciones, recompensas, acciones y préstamos. Como su propio nombre indica, la donación es 100% desinteresada. El inversor no obtiene nada a cambio, por lo que no podría ni siquiera considerarse un vehículo de inversión. Lo único se se recibe es la satisfacción de haber colaborado con una buena causa, dado que este tipo de crowdfunding es promovido, sobre todo, por ONGs. El de recompensa sí que lleva aparejada la obtención de alguna retribución, aunque suele ser en especie. Es muy empleado en la industria musical y literaria, por ejemplo, aunque también en el ámbito de la moda y el diseño. Por otra parte, las modalidades relativas a donación y recompensa apelan más al sentimiento.
Las otras dos modalidades de crowdfunding son conocidas por su nombres en inglés: crowdequity y crowdlending. Estas categorías se dirigen a inversores que contemplan la financiación de particulares y empresas como una forma de obtener una retribución económica. Tanto el crowdequity como el crowdlending suponen una oportunidad magnífica para el inversor minorista, pues la rentabilidad es razonable. En ambas, existe un promotor y varios inversores entre los que media una plataforma de financiación participativa. Su principal diferencia es que las plataformas de crowdequity permiten invertir en capital, mientras que las de crowdlending se centran en los préstamos a empresas.
La principal diferencia del crowdequity frente a crowdlending es que en el primero se entra en el capital social de la empresa y se reciben dividendos, mientras que en el segundo se obtiene la devolución de un préstamo más los intereses
En el crowdequity, lo que el inversor recibe a cambio de su ahorro es participar en el accionariado de la empresa. A esta vía de financiación, suelen acudir aquellas que necesitan ampliar capital y consolidarse, pero sobre todo, startups para comenzar su negocio. En cierto sentido, el inversor que opta por esta clase de micromecenazgo se convierte en dueño de la compañía, junto con otros tantos inversores más. La obtención de rentabilidad se traducirá en el reparto de dividendos, que se moverán en función del éxito que coseche la empresa emprendedora, pudiendo ser el beneficio económico del inversor mayor o menor. Evidentemente, se queda expuesto al riesgo de fracaso de la empresa donde ha decidido invertir.
Respecto al crowdlending, lo que el inversor obtiene es la devolución del dinero que presta junto con unos intereses. Puede tratarse de préstamos de particular a particular (P2P) o de particular a empresa (P2B). En cierto modo, el inversor ejerce el papel de banco. Una vez obtenida la cantidad solicitada por el promotor, tiene lugar la firma del préstamo. En cualquier caso, antes de hacer el traspaso de los fondos se acuerdan unos plazos en los que inversor recibirá la cuota correspondiente junto con un tipo de interés determinado, una información que el ahorrador conoce antes de decidir si le merece la pena apoyar económicamente al solicitante o no. En el crowdlending, el inversor también queda expuesto a un riesgo, pero conoce los rendimientos que le ha de generar su aportación desde el primer momento, dado que todo préstamo tiene sus intereses.
Tanto el crowdequity como el crowdlending comportan una serie de riesgos. En el crowdequity las acciones pueden llegar a perder todo su valor. En el crowdlending el inversor se enfrenta a posibles retrasos e impagos
¿Qué ocurre cuando se produce la quiebra de la empresa en la que participa o cuando se elevan las tasas de morosidad del proyecto para cuyo desarrollo se ha prestado dinero? Para el inversor de crowdequity, sus acciones pueden llegar a no tener valor en el peor de los casos, ya que el modelo de negocio puede fracasar. Hablamos de empresas jóvenes con mucho potencial, generalmente del universo fintech. En caso de querer retirarse antes de que esto ocurra, tendrá que vender sus participaciones. Lo más habitual es que cuente con la posibilidad de deshacerse de ellas vendiéndolas a un tercero, pero lo cierto es que se trata de acciones de baja liquidez, puesto que no hablamos de empresas cotizadas. Además, hay que tener en cuenta que muchas de estas compañías reinvierte sus beneficios en vez de repartirlos, por lo que habrá que ser consciente del plan de negocio. Por otro lado, cuando se hacen ampliaciones de capital, la inversión queda expuesta a la dilución.
En el caso del crowdlending, en caso de retraso o impago se pone en marcha un mecanismo de intervención en varios niveles. En el caso de CIVISLEND, desde una fase inicial en la que una empresa de recobros reclama la deuda hasta la la pignoración del acciones de la sociedad financiada, pasando incluso por, en última instancia, ejecutar la garantía hipotecaria que tiene el activo financiado y que es la base del préstamo. También hay plataformas en las que se ofrecen préstamos con garantía de recompra, además de un mercado secundario donde vender estos préstamos cuando surge la necesidad de obtener liquidez rápidamente. Como particular interesado en emplear estas plataformas de crowdfunding para obtener ingresos pasivos, es esencial que nos marquemos una objetivos de inversión coherentes a nuestro perfil.