Una de las principales recomendaciones que se toman en consideración a la hora de construir una cartera de inversión es la necesidad de optar dentro de su composición por activos descorrelacionados. Este concepto es fundamental para lograr que el total del capital que tenemos invertido no se vea perjudicado por la evolución a la baja de una determinada variable. La descorrelación de activos se refiere a que hay que conseguir que los productos que escojamos para optimizar nuestro ahorro no se muevan todos en el mismo sentido. Esta descorrelación puede ser general o referirse específicamente a los movimientos del mercado, es decir, a los ciclos económicos. De este modo, en momentos de incertidumbre, el conjunto de nuestras finanzas no se verá afectado en su totalidad porque, mientras unos activos bajen, el resto permanecerá estable, por eso es esencial invertir en productos acíclicos que ayuden a compensar y a reducir el riesgo. Esta máxima también se aplica en sentido inverso: si la bolsa sube, un activo de inversión descorrelacionado con el mercado no disparará nuestros beneficios.
Este concepto pertenece a la estadística y se calcula por medio del coeficiente de correlación de Pearson. Se trata de un índice que, cuando se trata de inversiones, mide el grado de relación de dos activos. La relación puede ser positiva o negativa. En el primer caso, ambos activos evolucionarán a la par, ya sea subiendo o bajando a la vez, mientras que en el segundo, su trayectoria será opuesta. En este sentido, para estudiar la correlación de dos activos debemos contar con su histórico de rentabilidad. En Excel es fácil calcularlo con la sintaxis de la función COEF.DE.CORREL(matriz1;matriz2), donde las matrices son conjuntos de datos de dos activos. El resultado oscilará entre el 1 y el -1. Así, para que una cartera sea menos volátil buscaremos preferiblemente correlaciones negativas entre activos.
El mercado bursátil es la variable más común cuando se busca un activo de inversión descorrelacionado. Los bajos tipos de interés están restando atractivo a las inversiones en productos financieros tradicionales como las acciones
Dentro de una cartera de activos financieros la correlación juega un papel fundamental. Dentro de las inversiones tradicionales, la renta fija y la renta variable son el clásico ejemplo de descorrelación, por eso cualquier cartera equilibrada cuenta con activos de ambos tipologías. En este sentido, un fondo indexado se verá muy afectado por las caídas de los índices bursátiles, por lo que se compensaría, por ejemplo, con oro, bonos o divisas, ya que la bolsa guarda una correlación negativa con estos tres activos de inversión. Es por ello que, cuando seleccionemos productos de inversión lo haremos teniendo en cuenta aspectos como en que mercado operan, pero también a qué sector pertenecen. Un claro ejemplo es el IBEX 35. En su composición priman los bancos y las energéticas. La evolución de este índice está íntimamente ligada a estos sectores, o lo que es lo mismo, guardan una correlación positiva entre sí.
También hay que tener en cuenta dentro de que país se circunscriben los activos que componen nuestra cartera porque las cuestiones geopolíticas crean tensión en los mercados. Pensemos en episodios como la guerra comercial entre China y EE.UU. o la salida del Reino Unido de la Unión Europea y su efecto en los activos cotizados. Asimismo, hay fenómenos mundiales como la pandemia que han hundido las bolsas a nivel global. El IBEX 35 fue el índice europeo más castigado en 2020 con un recorte del 15%. De hecho, tras la declaración del coronavirus como pandemia por la OMS y el anuncio del primer estado de alarma en España, el selectivo se desplomó un 14,06% en la sesión del 12 de marzo, cerrando en los 6.390,9 puntos. Todavía a día de hoy, las bolsas se mueven con cierto recelo debido a la variante Delta. La incertidumbre siempre ha sido enemiga de las bolsas, muy atadas a las economías de los países, sobre todo, de EE.UU., que tiene un gran poder de arrastre en los mercados financieros europeos. Por otro lado, los tipos de interés a la baja tampoco ayudan a que las inversiones más convencionales resulten atractivas.
El crowdlending es un activo descorrelacionado porque no evoluciona de forma paralela a los índices bursátiles. La inversión en préstamos colectivos no se ve afectada por los mercados financieros porque responde a la economía real
Las inversiones alternativas están ganando peso dentro de las carteras porque son activos descorrelacionados. Además de desligarse del mercado y de no responder a los episodios geopolíticos y sanitarios, cuentan con una rentabilidad interesante dentro de un contexto de tipos en mínimos. La descorrelación en una buena cartera está directamente relacionada con la diversificación, por eso cada vez más inversores tienen en cuenta productos como el private equity, infraestructuras, materias primas o la inversión en inmuebles, arte, joyas, etc. El inversor debe ser consciente de que esta clase de inversiones tiene un horizonte temporal a la largo plazo, por lo que si va a tener necesidades de liquidez en un corto espacio de tiempo, no es lo más adecuado. A cambio, se estará invirtiendo en activos más seguros, que no fluctuarán cuando se produzcan acontecimientos que hagan subir y bajar a la bolsa.
El crowdlending es una inversión alternativa que responde de forma descorrelacionada cuando existen turbulencias y se producen terremotos en las bolsas. Su gran ventaja es que no se ve afectado por los mercados financieros porque responde a la economía real, ofreciendo estabilidad a las carteras y una menor volatilidad. Dentro del crowdlending, el inversor debe buscar la descorrelación también. Lo ideal es visitar varias plataformas, invirtiendo en diferentes tipos de préstamos, por ejemplo, particulares y empresas, así como en diferentes sectores. En CIVISLEND tienes la oportunidad de invertir en proyectos de crowdlending inmobiliario por medio de préstamos colectivos a promotoras, obteniendo un flujo de cobro constante y sin sobresaltos, ya que los riesgos se minimizan realizando un estudio pormenorizado. Por otro lado, El TIN y la TAE se conocen desde el primer momento al consultar el proyecto en el marketplace, por lo que se sabe exactamente qué retorno se va a obtener en función del importe que se decida aportar.