Hasta hace relativamente poco, únicamente los patrimonios más abultados tenían la ocasión de invertir en productos novedosos de alto rendimiento. Hoy en día y gracias al auge que vive el crowdlending, los préstamos ya no están monopolizados por un único acreedor que cuenta ya con una dilatada trayectoria dentro del mundo de la inversión, sino que es un numeroso grupo de personas con una situación financiera normal el que financia de manera conjunta un proyecto. Por lo tanto, estamos hablando de que uno de los logros del crowdlending ha sido democratizar la inversión a todos los públicos. Es el ejemplo perfecto de que la unión hace la fuerza, una fuerza capaz de impulsar uno de los motores fundamentales de un país: la economía.
En este sentido, los inversores que empiezan a contemplar el crowdlending como una posibilidad para sus ahorros van tomando conciencia de que, con sus fondos, que gestionan cómodamente en el entorno online, están aportando su granito de arena a la economía real, dado que se convierten en protagonistas de la expansión del tejido empresarial del país y en la creación de puestos de trabajo. El fuerte componente ético que hay detrás del crowdlending es, por tanto, un aliciente más para que los préstamos vehiculizados por medio de plataformas de inversión como CIVISLEND sigan creciendo.
La economía financiera se fundamenta en bienes de capital, mientras que la economía real tiene en cuenta la producción, distribución y comercialización de bienes y servicios tangibles, reales y físicos, como la vivienda
La diferencia entre la economía real y la economía financiera radica en el tipo de activos en los que se invierte. En el caso de la financiera, hablamos de bienes de capital como podrían ser las acciones, los bonos, etc. Pero el mercado de valores se basa en expectativas y, por lo tanto, es mucho más volátil, estando sujeto a alzas y bajas cuya asimilación no siempre es sencilla para según qué tipo de perfiles, sobre todo, para los inversores primerizos. Por su parte, la economía real se fundamental en activos tangibles, reales y físicos, es decir, la producción, distribución y comercialización de bienes y servicios expresados en volúmenes. Mientras el primero está muy ligado al corto plazo, el segundo mira hacia el largo, por eso los cambios tardan más en llegar, siendo menos inestable.
La relación entre ambas economías es directa, siendo la Bolsa un indicador adelantado de la economía real. No obstante, a lo largo de las últimas décadas hemos sido testigos de cómo el sector inmobiliario, muy unido a la economía real, ha condicionando la estabilidad de los mercados financieros. Gracias a los estímulos en forma de política monetaria puestos en marcha por parte de entidades como la Reserva Federal y el Banco Central Europeo, se minimiza el riesgo de una caída de los mercados bursátiles, así como la afectación al precio de la vivienda. En este sentido, en España se cuenta con el Real Decreto-ley 22/2018, de 14 de diciembre, que define herramientas macropudenciales que el Banco de España tiene a su disposición para evitar riesgos sistémicos derivados del sector inmobiliario.
El crowdlending es un aliado excelente de la economía real, ya que cumple una función social que no puede desligarse de su carácter puramente financiero. Plataformas como CIVISLEND son el nexo de unión entre oferta y demanda
La vivienda cumple un papel esencial dentro de la economía de cualquier país. Es un elemento que suele ocupar una parte importante dentro de cualquier estrategia de inversión, dado que el patrimonio inmobiliario es símbolo de riqueza. Este estatus coloca al ladrillo en un posición privilegiada frente a los activos financieros, a pesar de que la crisis de 2008 echó por tierra el dogma de que la vivienda nunca baja. Con el tiempo, el factor cíclico de esta clase de inversiones ha vuelto a colocarla entre los principales destinos del ahorro de los españoles debido a su rendimiento. Se trata de una inversión que, si bien requiere de cierto grado de cultura financiera, no está reservada al únicamente al profesionales. Según los últimos datos publicados por el Banco de España, la rentabilidad de la vivienda teniendo en cuenta el alquiler más la variación de precios fue del 4,6% en el primer trimestre de 2021, al tiempo que la rentabilidad bruta del alquiler fue del 3,7%. Pero más allá de la inversión directa en inmuebles está la financiación de promotoras que desarrollan esos inmuebles.
La conexión que facilitan las plataformas de financiación participativa entre oferta y demanda es directa y ha demostrado ser realmente eficaz y productiva. Las compañías encuentran en esta disruptiva forma de operar un modo de financiarse que puede ayudarles allí donde las entidades bancarias tradicionales no llegan. Además, la transparencia que exigen estas plataformas obliga a los promotores a ser completamente sinceros con sus cuentas, lo que ayuda a construir un sistema donde la integridad es fundamental. El riesgo se analiza al detalle con el fin de prevenir retrasos en el pago de los intereses, así como anticiparse a los impagos. Cuando el proyecto llega por fin al inversor a través del marketplace, este dispone de información veraz, así como un rating que le permite tomar sus decisiones en base a datos objetivos.
Además de ser un producto de inversión capaz de generar una rentabilidad muy interesante, el crowdlending cumple una función social que no puede desligarse de su carácter puramente financiero. Las empresas que apuestan por esta vía de financiación alternativa dan a conocer sus proyectos a los ciudadanos de a pie. Se trata de particulares anónimos, es decir, personas normales y no grandes fortunas. En este sentido, dentro del sector inmobiliario, que es el ámbito en el está centrada la actividad de CIVISLEND, vemos como la brecha entre grandes y pequeños promotores se hace cada vez más grande. Con todo, incluso promotoras de gran tamaño que, bien tienen detrás grandes fondos o disponen de recursos propios suficientes para desarrollar sus proyectos, llegan a considerar el crowdlending un elemento que les permite reducir su dependencia hacia la banca tradicional gracias a la diversificación de sus fuentes de financiación.