El riesgo moral se define como la situación en la que un sujeto asume mayores riesgos o realiza un menor esfuerzo porque, en caso de producirse consecuencias adversas, no será este quien las asuma, sino un tercero. En el ámbito financiero, el riesgo moral tiene lugar en mercados donde la información que tienen los que participan es desigual. Las personas que se comportan de este modo se dejan llevar por un impulso oportunista y especulativo, que les reporta beneficios en caso de que todo salgan bien, pero que no les afectará negativamente si toman una resolución errónea.
Es un concepto que se utiliza mucho en el entorno de los seguros, dado que las compañías no saben a ciencia cierta si los que contratan sus pólizas serán lo suficiente precavidos. Por ejemplo, con un vehículo que cuente con seguro a todo riesgo, muchos conductores se despreocupan, dado que saben que los daños que puedan producirse en su coche quedarán cubiertos. Del lado del consumidor, también podría incurrir en riesgo moral aquellas comunidades de propietarios donde determinados suministros no cuentan con contadores individualizados. Es un hecho que, cuando los gastos se reparten, tenemos tendencia a desperdiciar recursos como el agua o la electricidad.
Este concepto económico también se emplea dentro del mundo empresarial, cuando los directivos que no son accionistas toman decisiones más arriesgadas, dado que emplean capital ajeno. No obstante, también puede aplicarse a los empleados, sobre todo, a los públicos, ya que tener un puesto de trabajo fijo invita a relajarse, por eso es importante motivar e incentivar a la plantilla con el fin de que su productividad no decaiga y el servicio prestado pierda calidad. Por otro lado, también existe el riesgo moral en política, puesto que la responsabilidad de muchos dirigentes queda diluida en el momento en el que aprueban leyes que no les afectan de forma directa.
La prevención y seguimiento son las mejores armas para luchar contra el riesgo moral dentro del crowdlending. Los promotores que acuden a las plataformas suelen aportar fondos propios, por lo que actuar de mala fe es poco frecuente
Dentro del crowdlending, se podría dar una situación de riesgo moral en el caso de que la empresa que solicita la financiación no fuera transparente a la hora de plantear el proyecto para el que desea obtener apoyo económico. De este modo, la empresa que solicita fondos puede recurrir a estrategias de dudosa moralidad y de manifiesta ilegalidad, como la falsedad documental. Esta contingencia parte de la información asimétrica, un aspecto que las plataformas evitan gracias a la puesta en marcha de un eficaz sistema de prevención. Los préstamos participativos que abarcan todo un catálogo de cuestiones, desde el pago a proveedores hasta la promoción exterior, hacen que el peligro de que una compañía oculte sus verdaderas intenciones crezca. Así, cuanto mayor es el grado de especialización de una plataforma, más complicado será engañar tanto a los responsables de la misma como a los inversores.
En el caso del crowdlending inmobiliario que promueve CIVISLEND, las posibilidades de incurrir en esta mala práctica resultan bastante reducidas, dado que la plataforma está focalizada en conseguir los fondos suficientes para sufragar la inversión inicial del activo sobre que el que el promotor va a edificar. En este sentido, los profesionales del sector que acuden a CIVISLEND en busca de una fuente alternativa de financiación deben presentar un proyecto de obra nueva detallado cuya viabilidad es analizada en profundidad. Asimismo, se toman otro tipo de precauciones para proteger al inversor como la petición de una tasación oficial del suelo o la aportación de garantías reales.
Gracias al alto nivel de especialización de CIVISLEND hace difícil que el dinero obtenido mediante los préstamos colectivos sea empleado para otra finalidad diferente a la pactada. Los promotores inmobiliarios saben que el crowdlending es un mecanismo que les permite diversificar sus fuentes de financiación y reducir la dependencia hacia la banca tradicional. Hablamos de compañías de tamaño modesto que tienen detrás a profesionales que arriesgan su patrimonio porque creen firmemente en el éxito de su negocio, por eso ponen todos sus fondos propios al servicio de la promoción de obra nueva que desean levantar. Es complicado que se den casos de mala fe.
Cuando llega una petición de financiación, en CIVISLEND se pone en marcha un análisis pormenorizado de la situación económica del promotor. El promotor no incurre en riesgo moral, dado que las consecuencias del impago le repercuten
Es complicado que dentro de CIVISLEND exista una brecha informativa. El promotor debe poner a disposición de la plataforma la información que esta considere necesaria para comprobar que se tiene la solvencia suficiente para responder en tiempo y forma al préstamo. El análisis pormenorizado de la situación económica del promotor y de la viabilidad del proyecto son sistemas de prevención que sirven para afinar en la asignación de un rating de riesgo. Tras la formalización del préstamo, CIVISLEND realiza un seguimiento para comprobar que este se está devolviendo según lo pactado, contando con mecanismos de intervención que se activarían en caso de producirse un préstamo impagado.
Estas garantías permiten que el promotor siga siendo fiel a su compromiso de devolver los fondos recaudados, así como los intereses marcados. Si bien el riesgo está ahí, se trata de recabar todas las salvaguardas posibles para que las consecuencias de un impago no las asuma el prestamista en última instancia. Por eso, por ejemplo, se da un plazo para alcanzar el 100% de la financiación, y si no se consigue, se anula la oportunidad en el marketplace. Además, se toman muchas precauciones para determinar el riesgo de la operación, y en ningún caso se sigue adelante si se detecta que la operación es fraudulenta o tienen carencias documentales. Por otro lado, en el peor de los casos, se ponen en marcha mecanismos como fondos de reserva, agencias de recobro, intereses de demora, garantías reales, pignoración de activos, etc.
Es importante saber que, a pesar del riesgo que implica el crowdlending, lo cierto es que los casos e impago o quiebra son mínimos. Si tenemos en cuenta otro tipo de inversores, como por ejemplo la compra y venta de acciones en bolsa, vemos que a pesar de las caídas en los valores, el mercado se vuelve a levantar y la confianza de los inversores no decae. Con el crowdlending pasa lo mismo. Se trata de una alternativa para optimizar el ahorro que todavía se está asentando, por lo que es imprescindible que la relación entre acreedor y deudor sea transparente.