La inversión de impacto o impact investing es definida como aquella inversión, ya sea destinada a empresas u organizaciones, que busca generar un impacto positivo en la sociedad más allá de la rentabilidad puramente financiera. Los beneficios que reportan estas inversiones no solo se miden en términos económicos, es decir, no se trata únicamente de la obtención de un interés por los fondos invertidos. El inversor es consciente de que su préstamo sirve para financiar proyectos que fortalecen el tejido empresarial y social, o que mejorar algún aspecto medioambiental. Es la denominada inversión sostenible y responsable (ISR).
Cada vez que afianza más la tendencia de muchos inversores por valorar que su dinero sirva para financiar empresas que se apoyan en los criterios ESG, siglas de Environmental, Social y Governance. De este modo, el capital que captan las compañía tiene una influencia directa o indirecta en la mejora del medio ambiente, en el entorno social o en el aspecto corporativo. Por ejemplo, en una promotora inmobiliario hablaríamos de la proyección de edificios de consumo nulo o residenciales de alta eficiencia energética, de zonas comunes que favorecen la convivencia y de la aplicación de criterios como la diversidad y la inclusión en sus recursos humanos o la transparencia en la comunicación con sus clientes finales.
El impact investing llevado al ámbito del crowdlending inmobiliario es aquel que apuesta por financiar a empresas promotoras que tienen un firme compromiso con la eficiencia energética apostando, por ejemplo, por certificaciones de construcción sostenible o por sistemas que reducen la emisión de residuos durante la ejecución
La sostenibilidad y la escasez de recursos han fomentado la reflexión sobre el impacto social y ambiental de las inversiones. El crowdlending es una alternativa de inversión que tiene muy en cuenta la economía real, dado que su finalidad es ayudar a compañías emergentes centradas en la innovación y en el desarrollo de soluciones que mejoran la sociedad.
En su vertiente inmobiliaria, el crowdlending pone el foco en proyectos de obra nueva o de rehabilitación que ayudan a la expansión sostenible de las ciudades. Son iniciativas que han demostrado su viabilidad y que son necesarios para la formación de hogares. Por otro lado, el crowdlending inmobiliario es entendido como una inversión con impacto cuando las promotoras han demostrado su compromiso con el medio ambiente, planificando desarrollos caracterizados por su alta eficiencia energética en los que, por ejemplo, prima el uso de sistemas de climatización alimentados por energías renovables.
Las emisiones de bonos verdes, sociales y sostenibles en España concentró 15.024 millones de euros del total de 33.026 millones que movió la financiación sostenible en 2020. Son datos del Observatorio Español de la Financiación Sostenible (OFISO)
El grado de concienciación que han ido adquiriendo los inversores en los últimos años ha sido fundamental para la extensión del fenómeno de la inversión de impacto a nivel global. Así, se ha ido afianzando la necesidad de alinear la rentabilidad obtenida con las consecuencias sociales y ambientales que tienen los productos a los que el inversor destina sus fondos. Aunque no se trate del activo principal de su cartera, el inversor lo tiene en cuenta para diversificar sus ahorros dirigidos a la financiación proyectos de crowdlending.
La inversión de impacto en el sector inmobiliario es una filosofía incipiente, pero tiene por delante un recorrido muy prometedor. La unión de rentabilidad y responsabilidad está calando más rápido de lo que imaginamos en el apetito inversor. El informe anual ‘La financiación sostenible en España’, realizado por el Observatorio Español de la Financiación Sostenible (OFISO), revela que, a pesar del coronavirus, el volumen alcanzado por este tipo de financiación fue de 33.026 millones de euros en 2020, arrojando un crecimiento del 45%. Así, uno de cada 10 euros en financiación en el mercado de capitales en España resultó ser sostenible.
La crisis sanitaria dejó en punto muerto la promoción inmobiliaria. Aunque la actividad constructora se reactivó tras terminar la suspensión temporal de todos los servicios no esenciales de la economía, la tramitación de las licencias no se puso en marcha de forma tan ágil
Teniendo en cuenta el problema de accesibilidad a la vivienda que siempre ha existido en España, ayudar a los promotores a comprar suelo supone un enorme impulso para la obra nueva. Al crecer la oferta disponible, el mercado tiende a regularse y a bajar los precios. Impulsar las viviendas de nueva construcción desde marketplaces como el de CIVISLEND es un imperativo en la era pospandemia. Cabe recordar que los visados de obra nueva cerraron 2020 con 87.687 viviendas, una cifra que supuso una bajada del 17,32% respecto al año anterior, según datos del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España (CSCAE). Aunque en el primer trimestre de 2021 se han visado 7,3 millones de metros cuadrados, se está todavía un 14,4% por debajo de la superficie visada entre enero y marzo de 2020.
Sin duda, España tiene un serio problema de inventario. El último ‘Estudio sobre el stock de vivienda nueva’ publicado por el ministerio de transportes, movilidad y agenda urbana estima que el volumen de vivienda nueva sin vender a 31 de diciembre de 2020 se situó en 456.918 unidades. Si bien la absorción adolece de cierta lentitud, lo cierto es que muchos de estos inmuebles necesitan algo más que una puesta a punto antes de quedar listo para entrar a vivir. Asimismo, el reparto territorial es muy heterogéneo, siendo la necesidad de nuevos desarrollos muy urgente en determinados enclaves donde la demanda podría quedar insatisfecha en un breve espacio de tiempo. Por ejemplo, según un análisis de Sociedad de Tasación, al ritmo de absorción actual, la oferta de vivienda nueva podría agotarse en 13,1 meses en la provincia de Barcelona y en 5,9 meses en la Comunidad de Madrid.
Por todo ello, esta fórmula de inversión, en la que los rendimientos deben ir acompañados de resultados positivos en la economía real, promueve un tipo de inversión responsable en la que se identifican y da prioridad a las oportunidades que buscan la excelencia a largo plazo. CIVISLEND trata de aportar su particular granito de arena poniendo el foco en un negocio imprescindible para hacer que las personas cumplan su plan de vida y que permite que las empresas sean más competitivas gracias a la diversificación de sus fuentes de financiación. Además, pone especial mimo en los proyectos altamente eficientes y, en términos de gobernanza, pone todo su afán en proteger y dar seguridad a sus inversores.