Una de las excusas que más repiten quienes nunca se han puesto a ahorrar en serio es que ganan demasiado poco para planteárselo. De hecho, su sueño recurrente es querer tener un sueldo más alto para vivir de forma más desahogada y sin tantas apreturas, ya que ingresando algo más al mes sería, en principio, más sencillo para ellos plantearse objetivos y comprometerse con la idea de apartar parte de su salario todos los meses. La mala noticia es que esta forma de pensar es completamente equivocada: tener más dinero no va a hacer que automáticamente aprendas a gestionar mejor tus finanzas personales.
Es algo que debes tener muy en cuenta si estás entre los que aprovecharán el inicio del año para mantener una conversación con su jefe. Y es que no serán pocos los que traten de negociar una subida para paliar la inflación y así recuperar parte del poder adquisitivo que perdido en 2022. En cualquier caso, da igual que ingreses 1.000 que 10.000 euros todos los meses. Si no sabes organizarte, acabarás gastando en línea con lo que ingresas. En este sencillo paralelismo se fundamenta la teoría del gasto creciente, una trampa económica en la que caen los que siempre han eludido enfrentarse al estado de sus cuentas.
¿Qué es la teoría del gasto creciente?
La teoría del gasto creciente admite que los gastos siempre acaban adecuándose a los ingresos. Según este postulado, ganar más es igual a consumir más, ya que nuestro nivel de vida tenderá a responder con la misma intensidad según vaya ampliándose nuestra capacidad financiera. Solo tienes que pensar en el caso contrario. Seguro que cuando eras joven y tenías pocos o ningún ingreso, recurrías a fórmulas creativas para el ocio, desde viajes de mochilero hasta fiestas en casas de amigos. Y si siendo ya adulto has estado alguna vez en paro, seguro que has dejado de gastar al mismo ritmo que cuando tenías trabajo. Pues la trampa del gasto creciente funciona de la misma forma, pero al revés. Al tener más dinero a nuestro disposición, nuestra mente se dispara buscando nuevas maneras de disfrutar de él a corto plazo. Esta visión tan limitada nos separa del camino de la libertad financiera, que es una carrera de fondo, no un sprint.
Efectos de la teoría del gasto creciente
Posponemos el ahorro indefinidamente
Piensa en todas las veces que te has dicho a ti mismo que una subida de sueldo solucionaría tus problemas. O un segundo empleo desde casa. O una herencia de un familiar desconocido. O un billete de lotería premiado. Estas fuentes de ingresos, unas bastantes razonables y otras pura fantasía, tienen algo en común, y es su capacidad de trasladar a un futuro hipotético tu responsabilidad financiera. Es muy probable que, de recibir un aumento, por ejemplo, en lo último que pienses sea en ahorrarlo, sino que más bien en salir a celebrarlo porque tu cerebro está programado para recibir recompensas inmediatas. Incluso pasado algo de tiempo, ese plus en tu nómina no irá a parar a una hucha, sino que lo destinarás a en irte de alquiler a un piso mejor o a volar más lejos cuando lleguen las vacaciones.
El momento de ahorrar no es mañana, es hoy. No esperes a tener más dinero porque, en línea con la teoría del gasto creciente, tus gastos tenderán a igualarse a tus ingresos. Un salario ajustado no es un impedimento para convertir el ahorro en un hábito. Existen muchos métodos para ahorrar y seguro que entre todos ellos encuentras el que mejor se adapta a ti. Empieza por hacer un análisis de a dónde va tu nómina cada mes consultando tus movimientos bancarios. Cuando sumes todos estos desembolsos, te asombrarás de la cantidad y de lo rápido que desaparece, sin que apenas repares en ello.
Nos creamos necesidades nuevas
Estamos sometidos a un bombardeo contante de nuevos productos. La publicidad es experta en crearnos necesidades artificiales y de convencernos de que no podemos vivir sin este artículo o aquel dispositivo. Lo peor del gasto creciente es que refuerza esta peligrosa sensación de vacío que podemos llegar a albergar si no claudicamos ante los mensajes de satisfacción inmediata. Frente a la televisión, vemos anuncios de cosas que soñamos poseer, pero al incrementarse nuestros ingresos, esos lejanos deseos comienzan a transformarse en una realidad al alcance de nuestro mano.
«Ahora me lo puedo permitir» es una frase que reconforta, pero hay que extremar las precauciones. Si vienen mal dadas, esas nuevas necesidades a las que hemos abierto la puerta cuando el dinero fluía ya serán algo que forme parte de tu día a día, y renunciar a ellas será todo un drama. La cuestión está en ser equilibrado y buscar el consumo consciente. No se trata de negarse algún capricho de vez en cuando, pero siempre de forma puntual, no por sistema. Cuando conseguimos elevar nuestros ingresos, hay que darle un empujón a nuestros estándares, pero es recomendable no dar la espalda al ahorro. El reparto de ese extra puede ser al 50%. Así cubriremos nuestras pulsiones al tiempo que ganaremos cobertura.
Pasamos por alto optimizar nuestros ingresos
El gasto creciente tiene un lado oscuro todavía más aterrador, ya que puede llegar un momento en el que perdamos el respeto al dinero o acabemos menospreciándolo. Y no hace falta ser millonario para cruzar esta línea. Hay que saber apreciar el valor de lo que nos rodea o nuestras finanzas se desestabilizarán y te colocarán en una situación difícil. Si antes ibas a un restaurante o a ver una película al cine una vez al mes, una mínima subida de salario no significa que puedas ir dos o tres. Del mismo modo, es posible que ahora que ganas algo más veas en tu coche o el móvil, que hasta ayer te funcionaban sin problema, viejos y anticuados objetos que debes cambiar cuanto antes. Y esa sensación de quedarse corto solo puede ir a más.
Convierte ese incremento en tus ingresos en un punto a favor gestionándolo eficientemente. No te dejes arrastrar por la euforia y recibe este repunte salarial como una oportunidad para comenzar a optimizar tu ahorro o para crecer como inversor. No olvides que muchos referentes del mundo de las finanzas han llegado a donde están por reinvertir sus ganancias. El crowdlending inmobiliario de CIVISLEND es una excelente fórmula para hacer que tu dinero trabaje por ti financiando proyectos viables de la mano de promotores de dilatada trayectoria.