Nunca es demasiado pronto para invertir. Al menos así lo entienden la mayoría de los expertos. La edad es uno de los factores que determina nuestro perfil de inversor, y por tanto, los productos financieros a los que destinaremos nuestro ahorro. No se ven las cosas de la misma forma con 20 años, cuando no existen responsabilidades familiares, pero los contratos de trabajo no dan seguridad a largo plazo, que con 50 años, cuando es de suponer que ya se disfruta de estabilidad laboral, pero también se ha contraído alguna que otra deuda. En cualquier caso, por muchas ganas que se tengan de construir una cartera, primero es necesario realizar una buena planificación que tenga en cuenta nuestra situación económica, acumular conocimientos haciendo hincapié en la educación financiera y construir un fondo de emergencia. Tras haber diseñado unos objetivos de inversión y su correspondiente horizonte temporal, llega el momento de seleccionar lo que mejor conviene, y el crowdfunding inmobiliario ha demostrado ser una alternativa muy atractiva para cualquier edad.
Entre 18 y 30 años
Desde que se estrena la edad legal para poder firmar contratos, se abre la veda de la inversión. Muchos hijos tienen la suerte de que sus padres les abrieran una cuenta de ahorro nada más nacer o siendo muy pequeños, por lo que cuando cumplen la mayoría de edad, ya están en disposición de invertir dinero. Si se parte de cero, es más difícil porque habría que comenzar ahorrando primero buena parte de tus ingresos para estar cubierto ante imprevistos de forma previa a la inversión. Con seis meses de sueldo ahorrado, sería bueno comenzar a analizar las posibilidades que tenemos. El perfil de inversor de los más jóvenes se caracteriza por un mayor riesgo, y por tanto, por una mayor rentabilidad. Esto significa que la renta variable ocupará un alto porcentaje de sus inversiones. La regla del 120 es un método sencillo que nos indica cuánto habría que destinar a la renta variable en función de la edad. Simplemente, hay que restar a 120 la edad que tengamos en cada momento. De este modo, alguien con 20 años ni debería plantearse invertir en renta fija, y alguien con 30, apenas dedicarle el 10% de su cartera. Sin embargo, el crowdfunding inmobiliario es un complemento que aporta diversificación, y gracias a su carácter descorrelacionado, permite compensar las pérdidas de otros activos más volátiles.
Entre 30 y 40 años
Durante esta década se van asumiendo retos laborales que proporcionan mayor experiencia y competencias nuevas, al tiempo que muchos adquieren nuevas obligaciones en el plano familiar. Es habitual que entre los 30 y 40 años se escalen posiciones dentro del mundo empresarial, lo que redunda de un modo directo en los ingresos. Por otro lado, también son los años en los que se suele crear un hogar y llegan los hijos. Si se está más cerca de la treintena todavía se dedicará un porcentaje elevado a la renta variable, pero a medida que se llega a la cuarentena, se comienza a evaluar el riesgo, por lo que la renta fija llega a ocupar entre un 25% y un 30% de la cartera. Uno de los objetivos que suele marcar este intervalo de edad es la compra de una vivienda habitual. Esta adquisición requiere de un ahorro previo suficiente como para lograr el capital que el banco no financia. Es por ello que la vivienda como inversión suele ser algo secundario. No obstante, comprar una casa no es la única vía para invertir en el sector inmobiliario. Las plataformas de financiación participativa dedicadas al crowdfunding inmobiliario son una extraordinaria herramienta para introducir el ladrillo en nuestra cartera.
Entre 40 y 50 años
Con la madurez, llega el momento de reducir algo más el riesgo al que nos exponemos. Esta etapa suele coincidir con el cénit de nuestra carrera profesional, por lo que habremos alcanzado el máximo de nuestros ingresos mensuales. La conciencia de hasta dónde podemos llegar dentro del mundo de la inversión es plena porque, si nos hemos preocupado por formarnos, estaremos también en lo más alto de nuestra cultura financiera. Llegado este punto, somos capaces de discernir qué productos se adaptan mejor a nuestra situación económica y balanceamos la rentabilidad y el riesgo, aunque quizá todavía no al 50%-50%. De los 40 a los 50 años la renta variable todavía podría ser mayoritaria y rondar el 60%. Si ya tenemos una casa en propiedad, aunque estemos pagando una hipoteca, es el momento de plantearnos mirar hacia estos activos desde la óptica inversionista. Comprar un piso para rentabilizarlo a través del alquiler es una opción muy válida, pero el crowdfunding inmobiliario te permite diversificar el riesgo al abrirte un catálogo de proyectos mucho mayor. En vez de concentrar todo tu capital en el mismo activo, puedes diversificarlo para obtener beneficios de tres formas diferentes: una renta mensual, una plusvalía o los intereses de un préstamo.
Entre 50 y 65 años
A medida que va acercándose la jubilación es importante ganar seguridad y ceder terreno a inversiones más conservadoras. A partir de la cincuentena, el margen para equivocarse y deshacer posiciones es mucho más estrecho. Arriesgarse demasiado podría poner en peligro nuestro patrimonio. La renta fija tendría que tener un papel predominante, de entre el 60% y el 70% del total de nuestra cartera de inversión, pero habrá que estar pendiente de los plazos de vencimiento de los productos que contratemos. Por otro lado, puede darse el caso de que hayamos empezado tarde a invertir, por lo que sería interesante mantener una actividad más alta en renta variable, pero siempre valorando el riesgo y sin invertir dinero que no tengamos o que tengamos reservado para incidencias. El crowdfunding inmobiliario es una elección que te permitirá estar presente en el sector inmobiliario y disfrutar de una rentabilidad atractiva con un riesgo controlado.
A partir de los 65 años
Es el momento de que las inversiones den sus frutos, por lo que habrá que empezar a descapitalizar. En este punto, es de suponer que hemos hecho los deberes y que por fin podremos completar los salarios de nuestros últimos años de vida activa con las ganancias obtenidas por medio de las inversiones que hemos ido realizando. Asimismo, una vez llegue la jubilación, tendremos a nuestra disposición fondos para completar nuestra pensión pública. Si tenemos una vivienda y la ponemos en alquiler, obtendremos una renta cada mes, pero también es posible obtener ingresos pasivos de activos inmobiliarios sin ostentar la titularidad completa de un piso. Si antes de llegar a los 65 años hemos ido invirtiendo en proyectos de crowdfunding inmobiliario, ya sea de forma puntual o realizando aportaciones periódicas, dispondremos de un dinero fantástico para gastarlo en lo que queramos.