Las previsiones apuntan a que 2021 acabará con alrededor de 130.000 viviendas de obra nueva terminadas en España, superando las certificaciones alcanzadas en 2020. Sin embargo, apenas el 1% de las mismas son industrializadas. Otros países de nuestro entorno nos llevan ventaja. Si bien Reino Unido o Alemania, con un 7% y un 9% respectivamente, esta tendencia apenas acaba de coger impulso, vecinos europeos como Holanda, donde la mitad de sus viviendas son industrializadas, o Suecia, donde se alcanza casi el 100%, han convertido este modelo en la norma debido a sus múltiples ventajas.
El sector inmobiliario está en plena transformación, por lo que la apuesta por la asimilación de metodologías innovadoras y sostenibles que permitan reducir costes sin perder calidad es absolutamente firme. La industrialización ha llegado para quedarse, y prueba de ello es que los expertos auguran que en 2030 ese exiguo 1% pase a representar entre el 30% y el 40% del total de vivienda nueva en España.
¿Qué es la construcción industrializada?
La industrialización consiste en la elaboración en fábrica de los componentes que forman parte de la edificación para después ensamblarlos y montarlos a pie de obra. De este modo, los elementos que están destinados a crear estructuras completas se producen en serie en un lugar diferente al solar donde se levantará la promoción, lo que introduce grandes diferencias frente al método tradicional, que promueve que todo el proceso se lleve a cabo en el suelo finalista.
Por otro lado, las viviendas que siguen este nuevo paradigma constructivo pueden ser industrializadas por completo o solo en parte. En este sentido, es posible traer desde fuera de la parcela tanto elementos estructurales, como los forjados o los pilares, otras piezas fundamentales como las cubiertas o las fachadas, o solo aquellas partes que serán indispensables para estancias como los baños o las cocinas. Si bien hoy en día muchas viviendas cuentan con elementos industrializados, el reto es que este modelo se extienda a todas las fases, abarcando el proyecto en su conjunto.
¿Cuáles son las ventajas de la industrialización en el sector inmobiliario?
Ahorro de tiempo
Construir una casa unifamiliar e independiente siguiendo las pautas tradicionales puede llegar a tardar doce meses. Si este proceso se aplica a una promoción de viviendas en altura dentro de una urbanización, el tiempo suele abarcar el año y medio o incluso más. La industrialización permite una clara reducción de los tiempos de ejecución y entrega, puesto que las viviendas estarían listas en un plazo de entre cuatro y seis meses.
Este recorte en los plazos se fundamenta, esencialmente, en que la construcción tradicional es secuencial; va pasando de una fase a otra, no pudiendo avanzar a la siguiente sin haber terminado la anterior. Con la industrialización es posible trabajar en varias etapas de forma simultánea porque hay dos lugares de trabajo: uno en la parcela y otro en la fábrica. Además, las tareas que se llevan a cabo fuera del emplazamiento final no están supeditadas a la concesión de una licencia de obras, por lo que fluyen sin obstáculos administrativos.
Construcción sostenible
El informe sobre la situación mundial de los edificios y la construcción de 2021, publicado por la Alianza Mundial para los Edificios y la Construcción (GlobalABC), auspiciada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, aseguró que el sector representó el 37% de las emisiones de CO2 relacionadas con la energía.
Aunque el nivel de emisiones se contrajo significativamente, estuvo motivado fundamentalmente por el shock pandémico, no por un esfuerzo real por reducir la huella de carbono y el impacto medioambiental. Gracias a la industrialización, los expertos aseguran que se podrían reducir en un 60% las emisiones. Además, el consumo de energía se minimiza drásticamente, utilizando los recursos de forma más eficiente y reduciendo los residuos al máximo.
Control y calidad
El nivel de control sobre la cadena de diseño, producción y ejecución es total. De este modo, las labores de verificación se resultan mucho más sencillas durante todo el seguimiento, proporcionado una gran seguridad frente a posibles errores, detectándolos fácilmente y subsanándolos de un modo inmediato. El hecho de que los procesos estén automatizados y estén registrados desde el punto de vista digital es un enorme paso adelante en la innovación constructiva.
Todo este dominio en la trazabilidad del proyecto residencial redunda en la calidad del producto final, algo que los compradores agradecen porque se evitan los inconvenientes asociados a la posventa. Asimismo, si bien se parte de diseños ajustados a unos estándares, la vivienda industrializada es capaz de adaptarse a las demandas que vayan surgiendo. Esta flexibilidad contrasta con la rigidez de las promociones construidas siguiendo el modelo tradicional, que dejan en manos de cliente escasas oportunidades para la personalización.
Oportunidad de empleo
España necesita 700.000 trabajadores de la construcción, según estiman desde la Confederación Nacional de la Construcción (CNC). La falta de mano de obra especializada es urgente, sobre todo, si queremos que los 40.000 millones de euros de fondos Next Generation que se destinarán al sector cumplan su cometido. El gran escollo que debe superar la construcción en nuestro país es motivar a los más jóvenes, algo fundamental para suplir las jubilaciones. Al mismo tiempo, también es esencial que se integre a la mujer dentro de este ámbito, abriéndole las puertas de este empleo.
La industrialización es la clave para mejorar la empleabilidad de ambos sectores de la población. Al tratarse de trabajos que conllevan una alta especialización, los salarios son realmente atractivos, por lo que es imprescindible hacer hincapié en la formación y en las grandes oportunidades de inserción laboral. Además, la cadenas de producción y montaje en las fábricas son mucho más seguras que el trabajo a pie de obra, porque no implican trabajos en altura y a la intemperie, lo que reduce considerablemente la siniestralidad.
Reducción de costes
El tiempo es dinero. Las promotoras son plenamente conscientes de que al reducir los plazos, se ajusta el gasto. Los expertos calculan que gracias a la construcción industrializada es posible rebajar los costes económicos hasta en un 20%. Obviamente, la industriazalización es todo un cambio de paradigma, por lo que la inversión inicial es sustancial. Sin embargo, el retorno compensa, lo que se acaba traduciendo en un negocio de éxito. De forma paralela, el cliente final se beneficia de unos precios de compra algo más ajustados, lo que ayudaría a que la vivienda fuera más accesible.