La incertidumbre que actualmente azota los mercados está pasando de largo por el mercado inmobiliario, que ofrece activos interesantes a los que acudir en tiempos económicos volátiles como los que nos está tocando vivir. La inversión en vivienda, que siempre ha sido un refugio natural del ahorro en momentos convulsos, ha reforzado su carácter defensivo debido al contexto geopolítico y la inflación. Aunque la compra de una casa con fines residenciales es mayoritaria, casi una de cada cuatro se destinan a la inversión. Cuando por la mente del inversor cruza la posibilidad de dirigir su capital hacia este segmento, surgen muchas dudas. Algunas de ellas se resuelven a poco que se investigue y se tome el pulso al sector, pero otras son lugares comunes que creemos a pies juntillas y que es difícil desterrar del imaginario colectivo: se han repetido tantas veces que se toman como dogma, cuando están muy alejadas de la realidad. Desde CIVISLEND pensamos que es el momento de analizar estas frases que nos decimos a nosotros mismos y que son verdades a medias.
«Alquilar es tirar el dinero»
Si todo el mundo pensara que ser inquilino es lo peor que podemos hacerle a nuestras finanzas, entonces en España no habría casi un 25% de personas viviendo de alquiler. Es cierto que la cultura de la propiedad está firmemente arraigada y que nuestras cifras son irrisorias si las comparamos con otros países europeos. Sin embargo, la pujanza del alquiler es innegable. Motivado por un factor más económico que cultural, lo cierto es que el número de inquilinos no para de aumentar. Lo habitual es que esta fórmula de acceso sea temporal y que se contemple como un paso previo a la hipoteca. En cualquier caso, hay coyunturas que disparan el interés por el alquiler, y el momento actual es uno de ellos, dado que muchos potenciales compradores han dado un paso atrás. Es por ello que apostar ahora por comprar para alquilar es una fantástica idea.
«Hay que comprar en un barrio que se conozca bien»
Esta es una de las recomendaciones que hay que valorar en su justa medida. Estar familiarizado con una determinada zona no es garantía de éxito. Es posible que se tenga un conocimiento más cercano sobre cómo se están moviendo los precios, pero lo que realmente importa de cara a la rentabilidad es saber si hay demanda de inquilinos o no. Es muy posible que estemos enamorados de nuestra ciudad natal, pero tratar de sacar provecho de una casa que quizá solo tenga recorrido dentro del alquiler vacacional no es la mejor manera de obtener unos ingresos pasivos interesantes. No estamos diciendo que compres en otra provincia; de hecho, es bueno no irse demasiado lejos, pero debemos analizar la operación conforme a una estrategia que aporte beneficios recurrentes y estables.
«Lo mejor es comprar una casa en la que nos gustaría vivir»
Este es otro gran error. Hay que tener presente que esa casa que vamos a comprar no va a ser nunca nuestro hogar, sino el de un tercero. Hay que ponerse en la piel del posible inquilino. Quizá tú no puedas vivir sin una gran cocina independiente en isla, pero si ese piso está en una zona universitaria y el público objetivo va a estar constituido principalmente por estudiantes, quizá con una cocina americana integrada en el salón sea más que suficiente. A lo mejor a ti no te importa coger todas las mañanas el coche para ir a trabajar o al supermercado, pero tus inquilinos van y vienen en transporte público y desean tenerlo todo a mano al salir a la calle. La funcionalidad es lo más importante.
«Hay que huir de los pisos bajos»
El bajo siempre ha sido el patito feo de cualquier edificio plurifamiliar. Escasa iluminación, problemas de humedades, falta de ventilación… En las construcciones más antiguas es muy común que las plantas bajas queden expuestas a este tipo de defectos, y aunque en ciertas zonas donde la demanda está muy por encima de la oferta este tipo de inmuebles se llegan a alquilar, el riesgo de tener varios meses el piso desocupado es muy alto. A día de hoy, los bajos han subido de nivel y ya no son esos espacios tétricos e incómodos. El antagonista del bajo es el ático, que se identifica como la joya del edificio. Y si bien es cierto que se evitan ruidos de vecinos y hay más luz natural, un mal aislamiento puede convertir una última planta en un infierno expuesto a temperaturas máximas y mínimas.
«Las mejores oportunidades ni siquiera se anuncian»
No lo vamos a negar. Es cierto que hay pisos que no llegan a los portales inmobiliarios, pero no porque se los lleven un puñado de inversores con acceso a información privilegiada, sino porque las agencias de intermediación se los ofrecen a los compradores que han acudido a ellos. Cuando se visita una inmobiliaria con intención de comprar, el agente crea un perfil que se complementa con criterios de búsqueda tales como ubicación, número de habitaciones, precio máximo, etc. De este modo, cuando se capta un piso que cumple con estas características, se contacta con el posible comprador antes de volcarlo a Internet. Es por ello que confiar en un profesional para que encuentre esa oportunidad de inversión que queremos no sea una mala idea.
«Gestionar un alquiler no puede ser tan difícil»
Lo es y mucho. Nos han vendido el lema de vivir de rentas como un cuento de hadas, y no es algo que salga siempre bien. Preocuparse por realizar un buen filtrado de los inquilinos, realizar las visitas, poner en marcha todo el papeleo, mantener en buen estado la vivienda, etc. Son muchas las tareas y no siempre se tiene el tiempo y la paciencia para lidiar con todas ellas. A veces, es un trabajo a tiempo completo. Además, no siempre sale todo rodado, y podemos sufrir desde un impago a una ocupación. Al invertir en vivienda estamos asumiendo mucho riesgo, por eso delegar su gestión en manos profesionales es la mejor opción.
«Invertir en vivienda requiere mucho dinero»
Comprar un inmueble exige un ahorro previo de, al menos, el 30% del valor de la vivienda: un 20% para cubrir la parte no financiada por el banco y el 10% para gastos de notaría, gestoría, impuestos, etc. Pero existen métodos para invertir en vivienda sin comprar una casa. El crowdfunding inmobiliario que promueve CIVISLEND es uno de los mejores ejemplos. La inversión mínima es muy baja en comparación con otros vehículos como los fondos inmobiliarios, y no digamos la compra directa de una propiedad. En el marketplace de nuestra plataforma de financiación participativa ponemos en contacto promotores que necesitan fondos para financiar sus proyectos con inversores que desean darle vida a unos ahorros improductivos con un riesgo controlado. No dudes en registrarte en nuestra web y comprobar la rentabilidad que te ofrecemos.