El blockchain está de plena actualidad. Su presencia, tanto en medios de comunicación como en blogs especializados, va en aumento y camina en paralelo a su protagonismo creciente en foros fintech. Esta tecnología supone toda una revolución en el ámbito económico y empresarial. La cadena de bloques es un sistema autónomo, distribuido y descentralizado que elimina intermediarios. La clave está en que facilita la realización de operaciones por medio de una base de datos o libro de cuentas donde todos los registros están entrelazados entre sí. La seguridad de esta herramienta es la ventaja con mayúsculas, puesto que los bloques no solo están entrecruzados, sino que están cifrados, lo que los vuelve inviolables.
En este sentido, en el momento en el que se introduce un nuevo registro se impide su modificación, falsificación o borrado porque la estructura está replicada y sincronizada en varios nodos, algo que evita tanto el fraude como la pérdida de información, que siempre estará perfectamente almacenada y actualizada. Estos nodos o usuarios son los responsables de verificar y validar las transacciones que forman parte de los diferentes bloques. Otro de los grandes beneficios de esta tecnología descentralizada es que todos los procesos se realizan con transparencia y son públicos. Evidentemente, la identidad de los operantes permanece en el anonimato, pero los movimientos están a la vista de todos.
El sector inmobiliario fue de los primeros en integrar el blockchain dentro de sus procesos. La construcción lo emplea a través de la metodología BIM, mientras que la promoción se beneficia de la certificación de los documentos
La apuesta por la digitalización dentro de las empresas tiene al blockchain en su punto de mira. Dentro del sector inmobiliario, la construcción es la actividad que acogió con mayor premura este sistema dentro de sus procesos. El primer paso fue adoptar la metodología de trabajo BIM (Building Information Modeling). A través de ella, es posible simular de forma digital un edificio para que toda la información que se genere durante todo su ciclo de vida pueda ser gestionada de forma conjunta por todos los actores que intervienen en el proceso, desde los arquitectos a los constructores. Así, este modelo virtual se dota de un componente colaborativo que facilita la toma de decisiones, la detección de errores, la definición de plazos, etc., lo que redunda en un reducción de costes y de tiempo. Si a esta metodología se le suma el blockchain, se gana en trazabilidad, dado que cualquier documento es autentificado y certificado. En este sentido, las empresas inmobiliarias están encontrando en la identidad digital y en la tokenización de activos poderosas garantías encaminadas a multiplicar la confianza.
La actividad promotora se aprovecha de todo lo anterior para disponer de forma descentralizada de toda la documentación necesaria para llevar a cabo su día a día, con la seguridad de que toda la información ha sido validada por los diferentes actores implicado en el proceso. Es por ello que, decantarse firmemente por este clase de innovación abre las puertas a una relación mucho más transparente con los clientes finales, que serán capaces de conocer el estado de una promoción de obra nueva residencial durante todo su desarrollo de una forma completamente fidedigna. Las ventajas del blockchain dentro del sector inmobiliario son numerosas, y si todavía existen obstáculos a su plena integración, es porque aún se mira con un recelo que no está justificado. Por suerte, es cuestión de tiempo que finalmente se dejen atrás los mitos y se supere esa falta de fe hacia la tecnología y esa resistencia al cambio de la que aún adolecen ciertas compañías. Si algo ha demostrado la pandemia es que la innovación es una pieza clave para el éxito a largo plazo, dado que prima la orientación al cliente, y este es el principal demandante de sistemas que le mantengan al día, y no solo de la evolución de la que será su futura casa, sino de todo el catálogo de materiales y calidades empleados y de cómo estos se relacionan con la eficiencia energética.
Aplicando el blockchain al crowdlending se ganaría en seguridad y en rapidez en los préstamos ofertados por las plataformas de financiación participativa. A través de los smart contracts se establecería una fuerte relación de confianza
¿El crowdlending puede sacar partido al blockchain? La respuesta es un sí rotundo. De hecho, ya existen plataformas que incorporan esta herramienta de forma nativa. Las aportaciones de la misma al universo de la financiación alternativa son muy atractivas, empezando por la agilidad en la gestión. Una de las demandas más importantes de las empresas que recurren al crowdlending para financiarse es, precisamente, obtener una respuesta lo más rápido posible. En el caso de CIVISLEND, por ejemplo, por un lado están los datos de los inversores, que van de los fondos que aportan hasta los movimientos que realizan con ellos. Por otro lado, se encuentran los datos de los promotores, entre los que se podrían mencionar la documentación aportada para demostrar su solvencia o los pagos que realizan una vez concedido el préstamo. La cadena de bloques permitiría entrelazar todos los datos y automatizar los procesos de forma segura, eficaz, ágil, ahorrando costes y sin riesgos.
En concreto, una de las grandes ventajas del blockchain es que permitirá la puesta en marcha de smart contracts. Para empezar, estos contratos inteligentes son absolutamente transparentes porque utilizan códigos informáticos o scripts, eliminando la ambigüedad en su interpretación. La estandarización y popularización del smart contract depende de la relación de confianza entre los dos mundos que lo conforman: el legal y el informático. En la creación y ejecución de estos contratos pueden intervenir o no personas físicas y jurídicas, lo que significa que tienen validez por sí mismos, sin necesidad de mediadores. Por ejemplo, si estos contratos se aplicasen al crowdlending, la obligación de pago por parte de la empresa financiada trascendería una posible quiebra o cierre de la plataforma que en su día gestionó ese préstamo. Igualmente, el contrato inteligente sería capaz de activar posibles mecanismos de intervención en caso de producirse impagos.